Asistí a la presentación de su libro en el Colegio de Arquitectos de Valencia. Mi más sincera felicitación por la oportunidad y contenido del mismo.
Me gustaría resaltar la extensión del "feísmo" a todos los niveles urbanísticos y arquitectónicos, no solo a los más significativos o emblemáticos. Hace años que observo, con enorme pesar, que, casi en cualquier calle de España, sea de gran ciudad o pequeño pueblo, hay edificios y/o detalles que distorsionan el conjunto, mejor dicho, la posible belleza o armonía del mismo.
Como arquitecto, especialista en urbanismo, conozco los mecanismos que generan/posibilitan dichas distorsiones (planeamiento, ordenanzas, etc.) y es por ello, que soy totalmente pesimista en que esta situación pueda revertir. ¿Quién va a renunciar a su "derecho" a elevar una planta, a sacar un voladizo, a construir, en definitiva, dónde y cómo el Plan le permite?. Los procedimientos y regulaciones para cambiar un Plan de Ordenación son interminables, y renovar un parque de millones de edificios, tarea de varias generaciones, sino siglos.
Un ejemplo: el derecho de vuelo, balcón o mirador sobre la calle (generalmente a un 50%, aunque en la práctica se llega al 100% de mirador), está contemplado en todos los Planes de España, desde los años 60 a la actualidad. Esta norma, que parece "normal", supone ceder al aprovechamiento privado parte del vial público, reducir el ancho de calles ya estrechas en relación a la altura de los edificios, distorsionar ostensiblemente la perspectiva y fachada en calles de ensanches históricos, y, en definitiva, afear cualquier entorno antiguo en donde se aplique la ordenanza. Tan solo hay que entrar en cualquier calle de cualquier pueblo de España (con el Google Streetview, desde casa), para comprobar este "normalizado" parámetro de las normas urbanísticas.
¿Cómo desmontar este entramado jurídico que legaliza la fealdad? Lo siento, pero soy incapaz de reponder. Un saludo.
andres rubio-comentario